El blanco es el nuevo color neutro, razón por la cual puede combinarse bien con muchos otros tonos. Ello permite, por ejemplo, diseñar conceptos integrales totalmente blancos. Quien tenga miedo de crear un ambiente clínico, puede poner algunos contrastes vivaces. Podrían utilizarse tonos marrones oscuros o negros, por ejemplo, o también colores más atrevidos, pues su combinación con el blanco evita que este tipo de tonos quede demasiado estridente.
Dado que las superficies claras reflejan gran parte de la luz y absorben muy poca, las paredes con suelos blancos parecen más acogedoras e incluso más grandes que aquellos espacios dotados de revestimientos de suelo oscuros.
Al hablar de un revestimiento de suelo blanco no se trata obligatoriamente de una estéril superficie monocolor o de frías baldosas. Un cálido suelo de corcho en esta tonalidad, por ejemplo, surtiría un efecto muy diferente. Asimismo, los suelos de laminado y parquet pueden lucir un agradable color blanco sin por ello parecer fríos ni aburridos.
Teniendo en cuenta que el suelo laminado se diseña incorporando una capa decorativa impresa, su configuración carece de límites. ¿Lo quiere con un diseño blanco monocolor, con efecto mármol o con estructura de madera en las tonalidades pertinentes? Todo es posible. El parquet también ofrece una sorprendente variedad, sobre todo el fabricado con madera de roble. El material admite diversos tratamientos previos, con lo que puede dotarse de colores muy variados. Luego la gama de suelos de madera auténtica abarca algunos matices de blanco que pueden lograrse barnizando o tratando el material con una solución alcalina.
Quien se ha aventurado a buscar el color perfecto para las paredes o un vestido de novia sabe muy bien que no hay un único tono de blanco. El abanico abarca desde el claro blanco níveo hasta el mazapán, pasando por muchas gradaciones de crema. Además de los gustos personales, deberá considerarse el efecto que se busca obtener con el suelo, por ejemplo, más claridad en la habitación o acentuar determinados objetos.
En último término, deberán decidirse las características del suelo. ¿Debe formar un conjunto más bien unicolor o deben verse las estructuras propias del material, como el veteado de la madera o los poros del corcho? ¿Debe el blanco cubrir por completo el material o debe dejar que se vislumbre su tonalidad? Las superficies brillantes y las mates también surten efectos diferentes a quien las percibe.
Hay muchas maneras de combinar los revestimientos de suelo de tonos blancos. Todo lo que gusta está permitido. Naturalmente, cada combinación tiene su propio efecto. Si se busca uno determinado, los colores deberán elegirse con esmero.
Cuando los colores que se utilizan en techos y paredes también pertenecen a la familia de los blancos, el conjunto del hogar adquirirá una estética calmante y uniforme. Los contornos de los espacios se difuminan y la vista del observador puede pasearse sin obstáculos. Además, las habitaciones parecen más amplias y luminosas que antes, incluso cuando hay muy poca luz.
Ahora bien, un salón amplio con techo bajo y claro admitiría colores de pared oscuros. Aunque perdería una parte de su superficie percibida, ganaría en altura. ¿Demasiado bueno para ser cierto? Si se quiere poner un acento, a menudo basta con pintar una pared de un color vivo que dirija la atención hacia una zona determinada. En el dormitorio, por ejemplo, podría ser la pared en la que está la cama; en el salón, la zona en la que está ubicada la televisión. Un papel pintado con patrones lograría el mismo efecto. Quien desee lograr la sensación de amplitud deberá adquirir uno en el que predominen los tonos claros.
Si se busca un carácter rústico que sea acogedor y claro, puede combinarse un suelo de madera auténtica con unos paneles a juego con los que revestir la pared o el techo de la habitación.
Los suelos blancos son igualmente versátiles cuando llega el momento de decorar. Si se sueña con una habitación romántica y algo sentimental, se acertará combinando con muebles blancos o en tonos pastel claros. A los amantes del estilo Hygge escandinavo, en boga desde hace algunos años, les entusiasma esta composición.
La combinación de espacios blancos con piezas de mobiliario oscuras también está de moda. Si además se ponen notas de color y se eligen diseños limpios y sin adornos, se logra cierto sabor retro.
Quien quiera poner el foco en los muebles y accesorios, por ejemplo para presentar objetos al estilo Shabby Chic, también debería apostar por el blanco para su revestimiento de suelo. ¿Por qué? Porque un suelo de aspecto neutro y discreto permanece en segundo plano, sin eclipsar un mobiliario con características estéticas especiales. Así, las marcas de desgaste y las irregularidades de los materiales de los muebles lucirán con autenticidad.
Su efecto a menudo se subestima: los rodapiés completan la imagen de conjunto que se logra con un revestimiento de suelo blanco. Si se ha optado por una combinación de colores y materiales determinada para cambiar la percepción de amplitud de una habitación, los rodapiés deberán encajar en el conjunto.
El efecto de un suelo blanco puede reforzarse todavía más con unos rodapiés que sigan la misma línea. El suelo se prolonga ópticamente mientras que la pared pierde altura. El efecto también puede invertirse, es decir, puede buscarse el contraste con respecto al revestimiento del suelo. Esta ilusión óptica puede regularse jugando con la altura de los rodapiés.
Una cosa está clara: la suciedad se percibe mucho antes en un suelo claro que en uno oscuro. De todas formas, esto no significa que el perro deba quedarse fuera de casa ni que la fregona deba permanecer siempre a mano. Un suelo laminado es relativamente fácil de cuidar incluso en color blanco níveo, pues la suciedad apenas se adhiere a la superficie antiestática y sin complicaciones de este revestimiento. Así, generalmente basta con pasar la escoba para retirar el polvo y la suciedad más gruesa. Cuando se quiera fregar, asegurarse de escurrir bien la fregona.
Los suelo blancos no solo son tendencia, sino que tienen el potencial de convertirse en uno de los clásicos del interiorismo.